dijous, 26 de novembre del 2015

The girl in the Milky Way



Noah me consuela, alivia mi dolor y me ayuda a descansar. Es más que otra persona, no es ni persona. Es algo más que un nombre. Podríamos decir que es sutil, delicada, pesimista, soñadora,... Nada más llegar, me ofreció su presencia, pues la llevo conmigo cada día, a cada hora, a cada minuto. No podría definirla como reloj humano, su tiempo va más deprisa, o quizás más lento que el nuestro. Todo depende de su punto de vista. Los demás, decían mucho menos de lo que se podría esperar ella, ilusa, viviendo en la Vía Láctea, creyendo haber descubierto totalmente el mundo des de ahí arriba. Si llegas a verla, a veces dan ganas de llorar, de sonreír, de rabiar,... Si llegas a verla...
El otro día, se asomo unos minutos. Parecía cansada, pero seguía aliviada. Luego empalideció. Me contó que su instinto estaba jugando con ella de muy mala manera. Sentí en mi corazón cada palabra que me iba diciendo. Al acabar, se fue a dormir, dejándome con un mal estar, dejándome casi en estado de insomnio. Al cabo de unos días volvió a aparecer. Tenía más color, estaba más alegre, animada. Pero no reflejaba alivio, ni consuelo, ni descanso... Ella me preguntó la causa de mi insomnio, yo la culpé. Luego me preguntó la causa de mi indiferencia, yo la culpé. Entonces, me preguntó la causa de mis lágrimas, y yo la volví a culpar. Solo supo responderme con un abrazo y desapareciendo. 
Hace unas horas me llamaron por teléfono, era ella. Sollozaba, respiraba de forma agitada. Me contó que su inseguridad la encerró en su casa. No supe que responder. Solo colgué y me fui a dormir. 

Acabó de despertarme y no me creo en lo que he soñado. Estaba en una habitación con poca luz, de color gris. Yo yacía descalza en una cama fría, como el hielo. Al levantarme, veía que no me encontraba en mi casa. Iba hacia la ventana y reconocía diferentes lugares de infancia. Era todo muy cálido a fuera, pero dentro parecía un congelador. Al girarme, me sorprendí por una personita de unos pocos años menos que yo en un escritorio. Parecía estar escribiendo mientras movía sus piernecitas colgadas de la silla de madera, arriba y abajo, arriba y abajo. De repente se giró, y con una sonrisa en la cara empezó a leer su escrito. Iba sonriendo entre palabra y palabra, mientras la habitación se llenaba de color. Cuando acabó, se levantó de un salto y corriendo me abrazo. Empecé a sentir calidez, a ver como yo iba recuperando el color también. Y no solo eso, también sentí alivio, consuelo. Después de decir un gracias, la niña se fue. Mientras se alejaba, pude ver como iba creciendo y lo comprendí todo. Era Noah. Tras ese mismo momento, empecé a sentir cansancio y me fui a dormir.

Mentiría si dijera que no hay más importantes que tu o por igual, pero lo especial que eres no cambiará nunca. No lo dije todo en esta otra carta, pero es otra parte más de lo que aprendí gracias a tu ayuda y a tu sinceridad.

dijous, 5 de novembre del 2015

Manuscrito 17/05/14

Caeré, lo sé. Y el miedo me persigue. ¿Hay alguien que quiera bailar conmigo en la caída? La soledad me ofreció la mano, y eso me dolió. Fue difícil rechazarla. Tambaleo con ella y ni siquiera conseguí pisarla. La perfección de la melodía era demasiado para mi. Me ahogo, un pánico que me persigue. Ya no sueño y solo veo pesadillas. ¿Hay alguien que quiera mirar las estrellas conmigo antes de... Desaparecer...?
El ingenio del temor,
Una pasión sin control.
Una noche de soledad,
De canciones en silencio.
El precipicio de la maldad,
Un camino sin cambio.
Puertas abiertas tras mis pasos,
Que no las cierro, egoismos.
Mañana miraré tus ojos,
Que desapareceran entre la niebla.
Ese color junto lamentos. Ese amor volando encima la tabla. La tabla de remordimientos, que sin ella me ahogo en mis lágrimas. Que no salen al exterior, y son ácido en mi corazón. Las ofrezco al vagabundo más humilde, que él las usará mejor que yo.
Calla,
Tus palabras son dagas.
Tus labios una ola de mareas bajas.
Arena del tiempo que no acaba.
Y sabía que esto me lo buscaba.
Las fotografias no dan tanto que un abrazo en un amanecer.
Es el renacer que aprovecharé para luchar,
Aunque el miedo este encima mi espalda.
Paseos con una mano rota de escribir.
Lo pase peor pensando, pensando en revivir.
Es un laberinto,
Donde solo encuentro el ayer, los mismos caminos.
Ayúdame, agarra mi mano para que pueda llorar y bailar.
Bailar debajo la segunda luna que vive en los recuerdos.
Veo una cama y una cara dormida.
Es un pasado que añoro pero al que no volveré.
De la caída encontre el suelo, donde recaí, por segunda vez.
Calla, solo calla. Ahora solo quiero estar sola.
No dormiré, ni comeré, ni lloraré. Un banco infinito en el que camino sin parada. Ahí, ahí sigo yo. Como una montaña rusa aun sigo intentando sobrevivir.