La llamé Noelia...

Noelia, ese fue el nombre que le puse. Cuando apareció en mi vida fue como descubrir algo más en este mundo. Nació en mi como una rosa de un rojo intenso. Florecía dentro de mi, acariciaba todos mis sentidos. Era la melodía que me dejaba llorar y reír en paz. Con el paso del tiempo yo crecía, y mientras la conocía más y más, mi alma se agrandaba como un oceano de posibilidades. No quiero dejarla. Más bien, no lo haré. ¿Es demasiado tarde para florecer más allà de ella? Que con suaves manos y aguda o ronca voz hace despertar un sentimiento más fuerte que el viento en cada uno de nosotros.
Y sigo escuchándola, si.
Aprendiendo cada acorde de su pasado y,
quizás de su futuro inesperado.
Callada no desaparece,
ya que grita ruidosa en mi mente.
Cansada es preciosa,
mientras observo su invisible torso de nota.

Reflejo

Mirándote en el espejo, queriendo ver a través de ti. Y de repente, gotas alojan en el interior de tu pecho de marfil. Oyes pasos y tu reflejo mira a su derecha, manteniendo su cara de tristeza. Y quieres verte sonreir, como aquellos que te vieron por esas calles de Madrid. Es mejor un paso corto de sufrimiento hacia adelante, que un paso largo de recuerdos hacia atrás. Y aun así mantienes la esperanza de un cometa atravesándote los labios. Por poco tiempo que sea, ahí te sumerjes, y resistes. Un cielo de tu mundo, intentado combinar el desconocido color de la luz con un negro demasiado pesado. Calmate, aclarate y luego háblame. Mi alma, tu dios, de mi mente tu conclusión.
El mundo trás el espejo quiero entrar, donde pienso que objetiva realidad puedo encontrar.

Forget.

Llorar, caer. Palabras que arrastran todo mi ser. Escuchar, recordar. Desplomandome por no respirar. Venganza en mi memoria, cada historia, cada gloria. Gloria que reprimo, con un gesto y un suspiro. Soñar, intuir, solo necesito sobrevivir. Mas mi garganta retrocede la agonía, esa sin ser conocida. Emmascaro, mirando por una rejilla, cubriéndolo de alegría. Como pájaro enjaulado viviendo un día. Una semana, dos meses. Vacío mi precipicio que llenándose seguira más veces. Corría y sigo corriendo, acumulando cansamiento en el fondo de este pozo sin regreso. Regreso que error sería. Más palabras, más versos, más estrofas escribiría. Sin parar escribo de noche, de día, todas esas cosas que el tiempo no reprimiría.
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Alegría, mi más fiel amiga. Que llenas mis pozos vacíos y oscuros, eres mi perfecta salida. Salida que añoraba y hasta reprimía. ¿Mi mente temor sentía? Calor, disparos, palabras sin descanso. Descanso porque puedo en mi camino dar mis pasos. Balas atravesadas hasta éstas mentes retrasadas, dogmáticas y sin quererlo entrelazadas.
Comida de mi memoria, comida de mis recuerdos. Aquellos que convivirán en la profundidad y que flotarán a mi orilla. Ella, lejana de mi yo interior. Una profunda jungla a la que anido mi persona, mi corazón y, con manos a lo desconocido, moldearán un destino y el perdón.