Noelia, ese fue el nombre que le puse. Cuando apareció en mi vida fue como descubrir algo más en este mundo. Nació en mi como una rosa de un rojo intenso. Florecía dentro de mi, acariciaba todos mis sentidos. Era la melodía que me dejaba llorar y reír en paz. Con el paso del tiempo yo crecía, y mientras la conocía más y más, mi alma se agrandaba como un oceano de posibilidades. No quiero dejarla. Más bien, no lo haré. ¿Es demasiado tarde para florecer más allà de ella? Que con suaves manos y aguda o ronca voz hace despertar un sentimiento más fuerte que el viento en cada uno de nosotros.
Y sigo escuchándola, si.
Aprendiendo cada acorde de su pasado y,
quizás de su futuro inesperado.
Callada no desaparece,
ya que grita ruidosa en mi mente.
Cansada es preciosa,
mientras observo su invisible torso de nota.
dilluns, 28 d’abril del 2014
La llamé Noelia...
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