Cuando las cosas no iban nunca bien. Cuando creces y todo en el cuál creías, se te echa encima.
Cuando las personas a quién quieres, se rebotan o desaparecen.
Pero entonces, llega eso que hace que no te sientas excluido para tener una buena vida. Llegan esas pocas personas que te aceptan. Algunas de ellas hasta te han impedido que caieras. Que caieras mucho más abajo de un pozo negro. Te dan una xispa de luz. Y luego otra, y otra.
¿No es suficiente? Déjame decirte que...
Eres todo lo que quiero. A pesar de mis continuos errores, estáis a mi lado. Del corazón que olvidé que latía, ha nacido un camino. Lo llaman confianza. Algo no muy sencillo para todos. Porque la confianza mata.
Y ahora, qué decir. Somos un mundo de demasiado orgullo. Demasiado egoísmo. Y yo he caído en la trampa. Esa asquerosa trampa del cuál todos, buenos o malos, hemos presenciado. Y no te atreves a afrontarlo. Quieres luchar, hacerlo posible. ¿Es tan complicado? Arreglar una cuerda, toda acumulada de nudos, no fue fácil. Pero es algo verídico. Ha ocurrido.
Déjenme aclarar que el perdón siempre estará ahí. No podemos engañarnos. La rabía se confunde con el odio. Y hay palabras que acabamos por arrepentirnos de haber dicho. Huyes de lo que te provoca un miedo, que te encierra poco a poco. Te encierra a las posibilidades que te ofrece el mundo. A las posibilidades que te ofrece tu vida. A las cuáles te ofreces a ti mismo.
No hay más razones para justificarlo. Solo hay una solución y seguiras teniéndola. Ellos nunca huiran de aquellos a los que aman. Ellos entenderán, y buscarán la forma. Porque tu te habrás esforzado ante tu estúpido orgullo. Y aun siendo egoísta, esto no es puro egocentrismo. No lo sería si no estuvieras así de arrepentido, adolorido. Desgarrado y poco satisfecho de esos errores individuales, o comunes.
dijous, 24 de juliol del 2014
Orgullo
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