La puerta abierta a la que nunca volvió. No retrocedió. Sus pies no daban de sí, como su conciencia. Más su alma vagaba sin estar desconcertada, sin estar ahí, dónde fuera que estuviera. No veía, no oía, no sentía. Cuerpo humano lanzado por sí mismo a ese oscuro vacío infinito. Un cuerpo que yacía ausente en un lugar frío e inhóspito.
diumenge, 16 de febrer del 2014
dilluns, 10 de febrer del 2014
Un sueño, 12.
Restablezco la mirada que yacía perdida, fantasiosa. Pero, otra vez, alcanzo el hilo de mi imaginación y mi mente desaparece entre las nieblas de mi deseo. Humedas, felices y entrelazadas. Entonces, aparece. Recorre cada peldaño de mi vida uno por uno, como si quisera que, esos doce, fueran provocando que temblara. Y lo hize. Medía vuelta, ahí estaba. Con la mirada fija en mis pupilas acaricié la piel hayada bajo su oreja, me acerqué entrecerrando los ojos delicadamente y degollé las ataduras de su deseo. La tempestad saliendo des de sus pulmones hasta chocar en sus labios. Sus brazos apretándome contra su pecho que tambaleaba, cálido. Sin apartarme, sentí tu aliento sobre mi, como una brisa ardiente. Mi oreja fue como alimento para ti. Mi cuerpo aleteaba, labio contra labio, saboreando nuestra respiración agitada. Nuestras mentes conectadas susurraban entre sí sus deseos. Nuestras ansias deboraron cada rincón de nuestro cuerpo. Fuiste como una droga para mi. Una noche consumiendo cada gramo, cada segundo del tiempo que corría hacia una madrugada sin fin. Reclutando esos trenes a los que dejamos que nuestras paradas pasaran.
Despierto y te miro. Es tan relajante verte dormir. Noto como si el tiempo se parase, ni un sonido, solo tu.
dijous, 6 de febrer del 2014
Rêve Lucide.
Ahora, dejo que mi voz ordene dentro de si el proceso de mi decaída. Cansancio, preocupación, sueño, dormida; la nada, la oscuridad, una mirada, desconcertada; mis ojos, mi llanto, mi nuevo hogar, mi desesperación; falsa realidad, soñadora, sueño lúcido, razón.
La razón. Que sudada estaba. Había despertado, ella. Yo temblando y desconcertada. Más mi corazón latía, seguía asustada. Pero pensaba. ¿Y aquello solo fue una pesadilla? Me siento en la cama, observando la poca luz del sol por la mañana, caliente pero frío. El invierno nunca acaba. ¡Madre mía, secuestra me sin decir nada!
Caminando, un café y un cigarro. Aspiro, ahogo el poco sueño que me queda. Paseando llego a mi destino. La arena y la brisa son frías, pero como deseaba este momento. Y aquí tan sola desconecto. Y pienso. ¿Qué soledad me angustiaba si estando sola, aquí, ya no la añoro?
Entiendo que os perdáis, bienvenidos. Dejo que entréis aquí, mi mundo, aquel que encerré des de aquel día del que ya nunca volví a saber...