dijous, 6 de febrer del 2014

Rêve Lucide.

Esta noche he tenido un sueño. Mis ojos eran yo, y yo era mis ojos. Ellos lloraban, si. Yo misma lloraba. Me había convertido y trasladado a su hogar y su día de cada día. Y empece a entenderlo. Empece a comprender que sentían ellos cuando querían, intentaban llorar, y no podían. La angustia que representaba dentro de mi iris me avisaba de mi propia naturaleza. Aquella noche, en aquel sueño, les di la oportunidad a mis ojos de poder llorar, de por fin desahogar todo aquello que, por culpa del miedo, no podían dejar ir. Eso si, yo seguía encerrada y sola en ese sitio frío, oscuro, sin ninguna sombra. Una pupila dilatada o no, que desconocía de la luz del mañana. Acosando mi presencia, tenía un sueño lúcido. Cayendo des de mi mente hasta la pesadilla. Pero que importaba, ya que yo de ojos mancaba. Seguía sola, encerrada, dejando que el tiempo pasara.
Ahora, dejo que mi voz ordene dentro de si el proceso de mi decaída. Cansancio, preocupación, sueño, dormida; la nada, la oscuridad, una mirada, desconcertada; mis ojos, mi llanto, mi nuevo hogar, mi desesperación; falsa realidad, soñadora, sueño lúcido, razón.
La razón. Que sudada estaba. Había despertado, ella. Yo temblando y desconcertada. Más mi corazón latía, seguía asustada. Pero pensaba. ¿Y aquello solo fue una pesadilla? Me siento en la cama, observando la poca luz del sol por la mañana, caliente pero frío. El invierno nunca acaba. ¡Madre mía, secuestra me sin decir nada!
Caminando, un café y un cigarro. Aspiro, ahogo el poco sueño que me queda. Paseando llego a mi destino. La arena y la brisa son frías, pero como deseaba este momento. Y aquí tan sola desconecto. Y pienso. ¿Qué soledad me angustiaba si estando sola, aquí, ya no la añoro?
Entiendo que os perdáis, bienvenidos. Dejo que entréis aquí, mi mundo, aquel que encerré des de aquel día del que ya nunca volví a saber...

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