dissabte, 1 de març del 2014

Soplando deseos.

Mirando por la ventana ella vió una pareja besándose.
Colgada de su cama ella desaparecía pensando en sus más profundos pensamientos.
Callaba cuando creía que la mirada valía mucho más que una sola palabra en clave.
Gritaba, cantaba y seguía a su locura mientras su sonrisa crecía.
Degollaba, descuartizaba sus temores, todo lo que le impidiera el paso.
Quería, y cuando ella quería su propia sensibilidad augmentaba. Como si, al querer, su corazón estrujaran.
Caminando su pasillo infinito convertía sus ojos en su cámara de fotografía.
Respirando y absorbiendo el humo, solo escuchaba.
Llorando ella disfrutaba. Se sentía viva. Sus sentimientos eran su yo más profundo.
Duermiendo soñaba. Y al despertar, a ellos volvería.

...

Ella, Noa, era feliz con la sonrisa, las caricias, los besos, el mal humor de él.
Mas su corazón ella sentía que explotaría, ya que cada vez de amor por él se llenaría.
Era como una droga, le deseaba. El deseo de mancillarlo, de pecar traspasando esos muros que se desvanecían con cada voto de confianza.
Ella escribe, su pensamiento no se detiene, sus palabras resuenan en los dedos que, poco a poco, vaciaban sus ganas de hablar.

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