dissabte, 24 de maig del 2014

Un capullo que libera, pero provoca la caída

Me acuerdo cuando volviste a hablarme. ¿Cómo lo dijiste? Te gustaba como era. Todo empezo por algo roto y la falta de cariño. Y las veces y veces que hablábamos por teléfono. Y lo mucho que me ayudaste a crecer y valerme por mi misma. Fue una montaña a la que subí contigo y caí sin ti.
Y ahora explícame, porque no lo entiendo. La diversión fue mutua y decidiste apuñalarme por la espalda, y aun sigo en ese cuarto oscuro. Y aun intento conseguir dejarlo ir como Elsa. Pasar página es difícil, y aun más si se acaba de esta manera.
¿Dónde está el perdón? ¿Y la razón por la que me empujaste lejos como la ceniza de tus infinitos cigarros? Ser alma libre no es comportarse como un niño.
Ahora no cae ninguna lágrima, porque no te la mereces. Pero lo guardo todo dentro de mi. Y caeré enferma, estoy en ello. Enferma de recuerdos y pensamientos, que me anudan la garganta y me estrujan el estómago.
Voy perdida,
con un corazón roto
colgado de una arteria infinita.
Infinita y herida,
haciendo en mi mente un hoyo.
Y que palpita con golpes de estupidez y malicia.
Todos han pasado por esto,
pero entenderlo,
yo soy una principiente sin ascenso.
Que caminar la vida y tener miedo de las alturas,
no es nada nuevo.
Carta de despedida,
en la que aun no arranqué mis pies de raíces infinitas.

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