Acabo de imaginarmelo, y no me lo creo. Y esta noche ha aparecido en mis sueños. Estaba en un lugar negro, frío. Al final veía una luz, dónde se encontraban todas mis soluciones. Pero no pude, mis piernas por el peso de los recuerdos temblaban.
Una noche, una luna, una estrella. Un cuarto oscuro lleno de humo y deseos imposibles. Sigo encerrada en él. En su cama, una cueva donde acaricié su nuca, su perilla, su escaso pelo. Donde le vi dormir como un ángel, parecía que mis ojos le gritasen mientras le observaba.
Y ahora, en una playa solitaria es donde debo refugiarme, hasta escapar, encontrar la puerta de ese dormitorio. Encajando puzzles que no logro encontrar aquí, un lugar oscuro y frío.
Soy una tigresa huyendo de sus víctimas. Cazando alimento que no calmará mi deseo, pero si mis pesadillas y lágrimas.
¿Hay alguien que me escuche? Esto es demasiado para mi, ya no hay fuerzas para huir. Aun vivo en sus calles de Madrid. Y yo pensando que había encontrado una buena calle por donde escapar. Miel, así transmitimos nuestro verdadero yo. Una miel que observa, y que me hace perder los esquemas y que me desgarra por el miedo a volver a caer en un pozo profundo. Un pozo donde moriría colgada. Colgada por un pasado acurrucado en un rincón de esa cama. De mi corazón.
El corazón, que no lo encuentro, que lo abandoné hace creo que dos meses ya. Abandono esa isla en la que vivía junto a ti. Naufragio. Me abandonaste en esta. Al igual que en el inframundo. Descolocada mirando el Tártaro, un agujero negro. Está tragandome trozo a trozo.
Caída des de un precipicio,
colgada de una cuerda que se rompe.
Sumergiendome en un vicio,
aquel del cuál nunca hay escape.
Meteoritos y constelaciones,
creando unión de nuevas estrellas.
Oscuridad en la que no te ves,
solo sostienes los miedos en tus garras.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada